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Halloween tiene sus raíces más profundas en Irlanda. Mucho antes de que la festividad llegara a Estados Unidos, los antiguos celtas celebraban el Samhain. Esta fecha marcaba el final de la cosecha y el inicio del invierno. Según las creencias, durante esa noche los límites entre el mundo de los vivos y los espíritus se desvanecían, permitiendo a las almas visitar la Tierra. Esta celebración ancestral combinaba rituales de fuego, bailes y ofrendas para honrar a los antepasados. Con el paso de los siglos, Samhain evolucionó hasta convertirse en el moderno Halloween, pero su esencia mágica se mantiene viva en Irlanda.
En muchas localidades irlandesas, la noche de Halloween sigue celebrándose con costumbres que evocan su origen. Las familias decoran sus hogares con calabazas talladas. Son semejantes a las antiguas linternas de nabo usadas para ahuyentar a los malos espíritus. Los niños se disfrazan y recorren las calles pidiendo dulces, una práctica inspirada en la costumbre celta de ofrecer comida a las almas errantes. En las zonas rurales, se encienden hogueras como símbolo de protección. También es común preparar dulces tradicionales como el barmbrack, un pan de frutas que esconde pequeños objetos usados para predecir el destino del comensal.
Las ciudades irlandesas viven Halloween con un espíritu festivo y comunitario. En Derry-Londonderry, se celebra uno de los festivales de Halloween más grandes del mundo. Organizan desfiles, espectáculos pirotécnicos y escenarios temáticos distribuidos por toda la ciudad. Dublín se llena de actividades culturales, recorridos nocturnos y representaciones teatrales inspiradas en leyendas locales. En Belfast, las calles se transforman con música, disfraces y ferias gastronómicas. Estos eventos atraen tanto a residentes como a visitantes internacionales, deseosos de vivir la auténtica experiencia de Halloween en su tierra natal.
Irlanda es un país repleto de historias que alimentan la leyenda de Halloween. Criaturas del folclore celta como los púcas (espíritus traviesos), las banshees (figuras que anuncian la muerte) o el célebre Jack O’Lantern, tienen su origen en las creencias populares irlandesas. En pueblos y castillos antiguos, no es raro escuchar relatos sobre apariciones y misterios sin resolver. Cada rincón del país parece tener su propia historia encantada, contada entre risas y escalofríos. Estas leyendas no solo enriquecen la celebración, sino que la enlazan con la identidad cultural de Irlanda.
Halloween en Irlanda es más que una noche de disfraces; es una conexión con el pasado, una celebración de la memoria y la vitalidad de sus tradiciones. Cada año, los irlandeses combinan el respeto por lo ancestral con la alegría moderna de una fiesta compartida. El espíritu comunitario cobra fuerza en escuelas, barrios y eventos públicos donde se mezclan generaciones enteras. Para los visitantes, participar en un Halloween irlandés significa vivir la celebración en su forma más auténtica, entre hogueras, música y antiguas historias contadas bajo la luna. Irlanda sigue siendo, sin duda, el corazón original de esta noche mágica.
